El término renuncia silenciosa (“quite quitting”) se ha vuelto tendencia en diferentes redes sociales en los últimos meses y es una frase que describe a los colaboradores que solo hacen el mínimo para cumplir con su trabajo, en lugar de ir más allá. Gallup publicó recientemente los resultados de una encuesta donde se demuestra que el 50% de la fuerza laboral de los Estados Unidos son “quiet quitters” siendo este un gran problema para las organizaciones, porque la mayoría de los trabajos requieren de cierto esfuerzo adicional para colaborar con sus compañeros de trabajo y satisfacer las necesidades de sus grupos de interés.
Las opiniones sobre este tema difieren sobre la causa, incluso algunos se preguntan si esto en verdad es real. Gallup comparte en su estudio que la disminución en el compromiso de los colaboradores está directamente asociado a la falta de claridad en las expectativas en los líderes, las oportunidades para aprender y una conexión con el propósito de la organización.
Antes de la pandemia la cultura de ascenso en los colaboradores eran un símbolo de estatus y poder, donde la prioridad era el trabajo y no importaban las extensas jornadas laborales o incluso poner en riesgo el bienestar físico por cumplir y superar las expectativas. Sin embargo, la pandemia hizo que las prioridades cambiaran, haciendo que más colaboradores trazaran un límite en relación con su trabajo, priorizando siempre el autocuidado o bienestar integral y la alineación del propósito personal y el de la organización.
Muchas organizaciones durante la pandemia desarrollaron e implementaron estrategias enfocadas en el cuidado de los colaboradores, no solamente en el bienestar físico, sino también la salud mental y encontrar el balance vida-trabajo, sin embargo, hoy estas iniciativas parecieran no ser la solución a este nuevo problema, las organizaciones necesitan una estrategia moderna y re imaginar su experiencia de trabajo, realizando acuerdos en trabajos flexibles, desarrollo y entrenamiento intencional que permitan al colaborador re conectar con la organización.
La segunda dosis contra la renuncia silenciosa la tiene que desarrollar cada organización, es una dosis única y la formula está en su cultura. Las organizaciones que desarrollen y vivan una cultura que se preocupe genuinamente por las personas, que les permita ser auténticos y las reconozca no solamente por sus contribuciones si no por celebrar su autenticidad, podrán desarrollar anticuerpos contra este gran problema. Los colaboradores quieren trabajar en organizaciones que se preocupen por ellos, pero también que tengan un propósito claro y generen valor social, lo cual permita dejar el mundo mejor de como lo encontramos.
Jair Flores,
Ejecutivo de talento y cultura con más de 14 años de experiencia nacional e internacional, Asociado de ERIAC y miembro actual del comité de sentido humano.
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