Cada vez que hago esta pregunta ya sea en un entorno personal o profesional, la reacción que veo es muchas veces similar: Un espacio de silencio, la posición corporal cambia, el volumen de voz baja, en ocasiones se quiebra…
Hubo un tiempo en mi vida donde pensaba que no arrepentirse de nada era uno de los mayores logros que uno podía tener. Quizás más de un lector se relacione con esto.
A inicios de este año leí un artículo que vale oro, en The Wall Street Journal, su autor es Daniel H. Pink y se titula “”No Regrets” Is No Way To Live””. Daniel: Gracias por inspirarme a escribir éste.
Cuando nos equivocamos lo primero que puede venir a nuestra mente es preguntarnos “¿Por qué yo?”. La moral puede bajar, la energía se pierde, la concentración se reduce.
Ahora imagina una cultura organizacional que no tolera los errores…imagina qué pasa con la moral, energía y concentración de los colaboradores.
En casos teóricos y prácticos he visto que los resultados de una cultura con esta baja tolerancia ocasionan en las empresas una serie de desventajas competitivas:
Parálisis: Los colaboradores tardan más de lo necesario en sus proyectos por dedicar mucho tiempo en el análisis queriendo evitar errores por miedo a ser señalados o reprendidos.
Culpabilidad antes que reflexión: La discusión es sobre quién se equivocó, más que el porqué o cómo evitar que suceda de nuevo.
Falta de innovación: No se quiere experimentar para evitar “tropiezos”, lo que conocemos como el “si funciona así ya no le muevas”.
Alta rotación: Ya sea porque “el del error” es despedido o simplemente porque el colaborador ya no soporta el ambiente laboral.
La competencia siempre está buscando ventajas para ganar mercado y estar paralizado con falta de innovación y tener una alta rotación de valioso talento es darle estas ventajas en bandeja de plata.
Los errores son humanos y son también una herramienta para mejorar continuamente.
Uno de los retos actuales de todo líder es transformar mi oración anterior en un dogma para gestionar los fracasos. Lamento no terminar mi artículo con la receta mágica para lograrlo, pero sí te puedo compartir algunos tips:
Primero, ten autocompasión. La imperfección es lo que nos hace humanos y tu valor no disminuye por la cantidad de tropiezos que tengas. Si eres un líder, ten compasión de tu equipo y sé un facilitador de que se levanten cada vez que se caigan (no precisamente los tienes que levantar tú).
Segundo, en lugar de querer ocultar o tapar tus errores, compártelos: Te va a ayudar a no gastar energía enterrándolos y además podrás tener otros puntos de vista sobre cómo mejorar. Si eres líder, te hará más humano frente a tu equipo y le ayudarás a evitar caer en donde mismo.
Tercero y más importante: Aprende. Haz una autopsia de tu error, analiza los pasos que te llevaron a cometerlo y qué pudiste haber hecho diferente para que no vuelva a suceder. Si eres líder, invita y ayuda a tus colaboradores a hacerlo.
Y como dijo mi piloto favorito de Fórmula 1, Sir Lewis Hamilton en la Carrera de Imola el año pasado: “We live and we learn, on to the next one”
Alfonso Ibarra, cuenta con más de 10 años de experiencia nacional e internacional en áreas de Comunicación, Manejo del Cambio y Recursos Humanos en Industrias Metalúrgicas, Mineras y actualmente de Consumo y es Asociado de ERIAC Capital Humano.
Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien las firma.