21 Abril, 2023

Tuve el privilegio de conocer a un experto en liderazgo y cultura organizacional, que decía que todo líder era responsable de emocionar a las personas. En lo personal, yo no era consciente de lo poderoso que es el manejo de las emociones en las personas para instalar una cultura positiva, con la que los colaboradores se motiven y “se enciendan”.

La cultura en las organizaciones modernas ha pasado de ser un nice to have a un most que agrega valor real. Hoy es imprescindible que los CEOs -y quienes tenemos un rol de liderazgo en las organizaciones- aprendamos a gestionarla y esto inicia por preguntarnos: ¿Cómo podemos evolucionar para ir más allá del enfoque tradicional y ser verdaderos impulsores de cultura? ¿Cómo convertirnos en Chief Emotions Officers?

Las respuestas son simples. La mayoría de los líderes que inspiran y multiplican resultados son muy conscientes de la responsabilidad del manejo y las consecuencias de sus propias emociones en las interacciones con lo demás. Los líderes trasformadores saben evocar emociones positivas. Generan tal sentido de propósito e identidad, con los que logran alinear lo que creen con lo que hacen y, además, lograr que produzca una honda satisfacción.

Cualquier persona que tenga colaboradores directos o indirectos, debe aprender del arte del manejo de las emociones. Y todo líder es responsable de diseñar un “Game Plan” estratégico, que se acompañe de propósito y trascendencia, con el que la gente se sienta identificada.

Necesitamos aprender a construir culturas positivas; de las que proponen altas metas pero que emocionan. Esas que fijan  una ruta clara y generan resultados; de las que hacen que te levantes en la mañana y sepas que vale la pena. Esas que cuando hay dificultades, hacen que te inquietes positivamente para seguir luchando por el ideal, a la vez que modelan los valores y creencias de la organización.

Las emociones entran por los pensamientos (creencias), por los sentimientos (valores), que producen actitudes y así éstas últimas se convierten en comportamientos.

Es fundamental ese game plan de negocio efectivo que en su diseño contenga el factor emocional: que plasme la visión de lo que queremos lograr y vaya acompañado de las iniciativas estratégicas y operativas para concretarlo. Y este gran plan requiere del balance de factores para ser exitoso: ni pura ejecución ni pura emoción.

Hay líderes enfocados totalmente en la planeacón, la operación y estados financieros. Para ellos la vida es trabajo y rentabilidad, pero no logran crear valor. En el lado opuesto, están los líderes carismáticos o filantrópicos, cuya intuición y sensibilidad por las personas lo es todo. Éstos tienen el don de entusiasmar y contagian su visión con tan solo oirlos, pero carecen de administración y orden. Batallan para lograr resultados sostenibles y sus sueños acaban por esfumarse pronto.

Ninguna de estas posiciones es adecuada por sí misma ni sostenible. Se requiere la combinación de ambas, el balance que produce un entorno integral, que genera riqueza, desarrollo y bienestar: el triple play en la sociedad.

Resumiendo. La estrategia de negocio para un game plan completo implica sumar los factores duros con una cultura que conecta emociona. Juntos forman una ecuación poderosa, donde conviven crecimiento y rentabilidad con trascendencia: los tres factores perfectos para los seres humanos.

Si comunicamos correctamente esta ecuación, será más fácil que los colaboradores vean cómo el propósito del negocio se alinea con su propósito personal. Si encendemos pasión en las personas, cada uno dará lo mejor de sí en el trabajo. No hay mejor manera de lograr grandes cosas en una organización.

 

Autor: Luis Fernando Saldamando, ejecutivo con más de 25 años de experiencia en RH, es Director Global de Talento y Cultura de Grupo GIS e integrante del Comité de Cultura de ERIAC Capital Humano. contacto@eriac.com.mx

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